la materia de Filosofía tiene, en primer lugar, la finalidad de ofrecer un marco
conceptual y metodológico para el análisis de las inquietudes esenciales y existenciales del alumnado de
Bachillerato, en el que este pueda abordar personalmente las grandes preguntas y propuestas filosóficas y
emprender una reflexión crítica acerca del sentido y valor de los distintos saberes, actividades y
experiencias que configuran su entorno vital y formativo. En segundo lugar, la educación filosófica
resulta imprescindible para la articulación de una sociedad democrática en torno a principios, valores
y prácticas éticas, políticas y cívicas cuya legitimidad y eficacia precisan de la deliberación dialógica,
la convicción racional y la autonomía de juicio de los ciudadanos. La Filosofía, por último, supone también
una reflexión crítica sobre las emociones y los sentimientos, presentes en todos los ámbitos, desde la
estética a la teorética pasando por la ética y, a menudo, olvidados en los currículos.
Los saberes básicos, distribuidos en tres grandes bloques, están dirigidos a dotar al alumnado de una
visión básica y de conjunto del rico y complejo campo de estudio que comprende la filosofía, si bien en cada
caso, y atendiendo a la idiosincrasia del alumnado, al contexto educativo o a otros criterios pedagógicos,
se podrá profundizar en unos más que en otros, además de agruparlos y articularlos a conveniencia. Así, tras
un primer bloque de saberes dedicado a la naturaleza de la propia actividad filosófica y su vinculación con
los problemas de la condición humana, se despliegan otros dos bloques, uno dedicado al análisis de cuestiones
básicas sobre el conocimiento y la realidad, y otro consagrado a los problemas relativos a la ética, la
filosofía política y la estética. En el diseño y distribución de bloques y saberes se ha buscado el equilibrio
y el diálogo entre distintos planteamientos y corrientes, el desarrollo de las competencias específicas ya
enunciadas, y el intento de reparar aquellas situaciones que, como la marginación y el ocultamiento histórico
de la mujer, o los prejuicios culturales de carácter etnocéntrico, racista o antropocéntrico, han podido
lastrar hasta épocas recientes el desarrollo de la disciplina.
Por último, y dadas la actitud y el modo de conocer que corresponden a la filosofía y la naturaleza,
profundamente enraizada en la experiencia humana, de sus principales problemas, resulta obvio que su
enseñanza y aprendizaje no deben consistir en una mera exposición programática de temas y cuestiones,
sino más bien en la generación de una experiencia real de descubrimiento de los interrogantes filosóficos
a partir de la cual se invite al alumnado a la investigación analítica de los mismos, a la evaluación
crítica de las diversas respuestas que se les han dado y a la construcción rigurosa de sus propios
posicionamientos personales.